El arte contemporáneo, en sus distintas manifestaciones, se da cita hasta el domingo en la XV Bienal de Florencia que tiene como consigna “La sublime esencia de la luz y la oscuridad”, en referencia a los opuestos de la vida, con el auspicio de Unicef y organismos públicos italianos.

En sus pabellones hay obras de Marcela Chichizola, la artista neuquina de nacimiento y tucumana por adopción desde hace más de tres décadas, cuyas creaciones en arte textil, retablos y muñecos tienen fuerte incidencia de la naturaleza.

Su presencia fue posible por las gestiones de Andrea Arias, la dueña de la galería Hasta la Raíz, donde expone. “Me comunicó que, entre varios artistas propuestos, había sido admitida por un Comité de Selección Internacional, compuesto por jurados de ocho países (por la Argentina están Julio Sapollnik y Marta Eloisa Perez Temperley). Me sentí feliz, agradecida y con una satisfacción personal por ser parte de uno de los eventos más importantes de arte contemporáneo, en una de las cunas del arte y mecenazgo de Italia, la ciudad donde dejaron huella Miguel Ángel, Boticelli, Ghiberti y Brunelleschi”, le dice a LA GACETA.

Chichizola es la única artista radicada en el NOA que está en la Bienal; el resto de los 20 participantes argentinos son de otras regiones y en total intervienen más de 560 artistas y diseñadores, de unos 90 países. La próxima semana llevará sus trabajos al Consulado y Centro de Promoción Argentino en Milán.

- ¿Es el punto más alto de tu carrera?

- La vida del artista es el resultado de mucho esfuerzo, dedicación, éxitos y fracasos; aceptación y rechazo; estudio y experimentación y una permanente sed de creatividad. Ser escogida es un estímulo más para seguir evolucionando en mi vocación, pero lo veo como un escalón. Cada experiencia es una oportunidad para crecer a nivel artístico y personal. El arte es un vehículo esencial para el autoconocimiento o la autorrealización. No creo en metas ni en objetivos; el límite será siempre lo “por descubrir”.

- ¿Cuáles son las oportunidades que se abren?

- Cada muestra, feria, salón, concurso o bienal constituyen una oportunidad para mostrar lo que hago y compartir mi mundo íntimo con los otros, mi yo más profundo que se refleja consciente e inconscientemente en mi trabajo. Los artistas estamos encriptados en nuestras obras. El estar en una vidriera internacional como Florencia me permite conocer los cuatro puntos cardinales de la creación actual, estar en una plataforma de lanzamiento y promoción de artistas y lograr que mi obra sea descubierta por coleccionistas, críticos, galeristas y prensa internacional.

Una monja precursora del feminismo en plena Edad Media

- ¿Qué expresan las obras que estás exponiendo dentro de tu producción?

- Las obras tienen una amplia versatilidad de técnicas y materiales, aunque siguen el mismo eje temático: la conexión con el cosmos que nos habita y el cosmos del cual formamos parte. Somos notas de una gran sinfonía cósmica. Lo místico está muy presente en ellas: el mundo medieval, con su simbología, es una fuente que me nutre. A través del arte se puede explicar lo inefable. Dios es el supremo artista.

“LIBRO DE LAS VIRTUDES”. Un trabajo con distintas técnicas de la artista radicada en Tucumán con referencias al misticismo medieval.

- ¿De qué forma definirías tu creación?

- Mi obra es el resultado de la experimentación, el juego, la curiosidad constante. Me aburro fácilmente, lo que constituye mi karma y mi bendición. En mis trabajos se ve mucho de muñequería de personajes que rayan en el grotesco, de juego con figuritas y collage. La tecnología es el nuevo mundo mágico que estoy también probando. Me descubro interactuando con mis obras, que me interpelan y develan la Marcela más auténtica. Los soportes convencionales me son insuficientes. Investigo permanentemente nuevas técnicas y siento que el tiempo es poco y el mundo es muy vasto, es un mar de novedades. Mi obra es, en fin, el fruto del asombro y de la experiencia.

- ¿Cómo se está desarrollando tu trabajo artístico?

- Mi vida familiar y mi vida profesional van a la par. Me enriquezco de todos mis mundos y cada uno es fundamental para el desarrollo de los demás. Trato de no vivir en una dualidad, sino en una unidad que integre todas mis esferas vitales. En mi taller encuentro mi mismidad, donde experimento y juego. La niña traviesa que me habita me permite adquirir más libertad y seguridad para mostrar mi mundo único, y proyectarme hacia el afuera, participando en distintas expresiones del arte dentro y fuera de mi país. Desde los 23 años acepto el desafío de perfeccionarme, concursar y exponer ininterrumpidamente.

“LA ESCALERA DE JACOB”. Detalle de una obra de mayor escala, que se expone en la Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia hasta el domingo.

- ¿Qué está pasando en la plástica tucumana?

- Tucumán es un polo de cultura y de arte privilegiado. Nada tiene que envidiar a las grandes metrópolis. Aquí se exuda arte contemporáneo del más elevado. Nos encontramos en expansión y eso se nota en la multiplicación de galerías y espacios de arte o colectivos. Ni qué hablar de nuestros plásticos reconocidos y premiados. El arte en nuestra provincia despliega mucha diversidad y excelencia, y esa riqueza es la que lo destaca. Por ello quise compartir esta distinción a fin de constituirme en una embajadora de Tucumán en Florencia. El arte es clave y fundamental para que un pueblo crezca sano. Y nosotros somos artífices fundamentales en esta hermosa tarea.

Perfil: distintas técnicas

Marcela Chichizola es artista visual; comenzó de pequeña en el dibujo y el modelado en arcilla. Es Maestra Nacional de Dibujo por la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Desde 1990 reside en Tucumán, donde se especializó en acuarela, collage, técnicas mixtas, arte textil y fabricación de muñecas.